Página de la asignatura "Introducción a la Literatura española". Universidad de Castilla-La Mancha

Profesor Antonio Barnés.
Antonio.Barnes@uclm.es

viernes, 13 de febrero de 2015

Poesía española de vanguardia

Poesía de la vanguardia española (Antología)
Edición de Germán Gullón
Taurus, Madrid, 1981.

Los precursores

José Moreno Villa

"Muerte y vida"

El silencio es un cadáver, Jacinta.
La nostalgia es un cadáver, Jacinta.
Quiero mostrarte todos los cadáveres
y luego barrerlos, quemarlos con solo una voz viva.

Todos arrastramos cadáveres;
el mayor, la rutina.
Pero qué don tan grande,
qué don tan inconmensurable, Jacinta
el de hacer, el de presentar un organismo
al certamen sin término de la vida.

(Jacinta la Pelirroja, 1929)


"Cuadro cubista"

Aquí te pongo, guitarra,
en el fondo de las aguas
marinas, cerca de un ancla.
¿Qué más da
si aquí no vas a sonar?
y vas a ser compañera
de mi reloj de pulsera
que tampoco ha de marcar
si es hora de despertar.
Vas a existir para siempre
con la cabra sumergida,
la paloma que no vuela,
y el bigote del suicida.
Tiéndete bien, entra enferma,
sostén tu amarillo pálido
y tu severa caoba;
conserva bien las distancias
o busca la transparencia.
Lo demás no me hace falta.

(Jacinta la Pelirroja, 1929)

Ilustraciones

Los independientes


Antonio Espina

RÉQUIEM

                                                    Al amigo X.

En el féretro negro te vas. Creo que haces bien.
Mi intimo fuiste, eres y probablemente serás
que no es mucho ser. ¿Qué color tuvo nuestra amistad?
Yo no lo sé.

Hubo en eso algo de juvenil buena fe,
el calor de la hora aburrida y el tedio conjunto,
la tiranía del rato, el naipe y el asueto,
la taza de café.

Nos queríamos tan mal, que nos queríamos bien.
No pudiendo ser esclavo o amo te quedaste en amigo,
que es el último grado dentro de lo afectivo,
El paripé del corazón, ¡Psche!

Realmente fuiste tan distinto, que no sé,
que no me explico qué pudo forjar nuestra simpatía.
Debió ser el demonio de la misantropia
o el no saber qué hacer.

Hoy has dimitido de la vida; muy bien.
Procura ingresar en la oposición celeste.
Pero mejor te deseo el sueño de la Muerte.
Adiós. Amén.

 libro de Andrés Ortega Garrido sobre la tradición clásica y las vanguardias.
http://www.udc.gal/tempo/cuestions20/index.htm
http://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/article/viewFile/3378/3557


Mauricio Bacarisse

Junio


¡Bajo el cangrejo de estrellas se extasiarán las llanuras!
Hacen fecundas promesas a las campiñas los soles;
en los sidéreos trigales lucen espigas maduras
y en el agro hay una roja constelación de ababoles.
  
El guadañil que hace siega en matemáticas puras,
como Copérnico o Newton igual que dos girasoles
dirigirá sus pupilas hacia algebraicas lecturas
en los cielos recamados que giran cual facistoles.

 Todo el misterio de Eleusis ondula en los amarillos
campos humildes al son de albogues y caramillos;
modulaciones gozosas de un hierofante jocundo.

  
 Una oración balbucean los tartamudos cuclillos
y anaxagóricamente la glosan múltiples grillos...
¡Pasa un deleite de ciencia por la vagina del mundo!

                                                   (El esfuerzo, 1917)


Pedro Garfias

Tormenta

Un aeroplano monstruo bufa sobre la noche
Y el viento me golpea con sus dos puños.
Las almas de los muertos olvidados
danzan sobre los hilos telegráficos.
Y el aviador dispara
su pistola automática.
Noche aún.
                  Pero el día ya fuerza sus ventanas.
Explotó el polvorín del campamento,
y un cuervo enloquecido
va arrancando girones de cielo con el pico.
Hay pájaros absortos
sobre las nubes rápidas.
Al pasar sobre mí
la noche me ha azotado con sus alas.

                                                             (Grecia, 1919)


Juan Las

POEMA CREPUSCULAR


El sol, vuelto de espaldas,
Lanza puñales de oro
A los espejos de la mañana.

                                   Las arañas viajeras
                                   Cuelgan chales de sombra
                                   En las espaldas de las mujeres
                                   Que visten trajes de cola.

Las locomotoras viudas
Gritan con sus gargantas ebrias
De haber bebido el éter de los adioses

                                    Mientras en todas las ventanas
                                    El pavo real de los incendios
                                    Abre sus ojos tornasoles.
                                 
Los niños en el arroyo
Para sus madres pobres
Recogen el último oro.

                                     Las estrellas rompen el negro
                                     Cascarón de los telescopios
                                     Y la luna, otoñal, esparce
                                     Sus hojas secas sobre todo.

                                                                    (Grecia, 1919)



Gerardo Diego

Angelus:

A Antonio Machado


Sentado en el columpio
el ángelus dormita

Enmudecen los astros y los frutos

Y los hombres heridos
pasean sus surtidores
como delfines líricos

Otros más agobiados
con los ríos al hombro
peregrinan sin llamar en las posadas

La vida es un único verso interminable 


Nadie llegó a su fin
Nadie sabe que el cielo es un jardín

Olvido

El ángelus ha fallecido


Con la guadaña ensangrentada
un segador cantando se alejaba

                                                   (Imagen, 1922)

 BANDEJA
                                                        Nada más                             Dejar la cabeza                             sobre la mesilla Y dormir con el sueño de Holofernes
(Imagen 1922)






Surrealismo

Vicente Aleixandre

FORMAS SOBRE EL MAR
  Como una canción que se desprende
de una luna reciente
blandamente eclipsada por el brillo de una boca.
Como un papel ignorado
que resbala hacia túneles
precisamente en un sueño de nieves.
Como lo más blanco o más querido.
Así camina el vago clamor de sombra o amor
Como la dicha.

  Vagamente cabezas o humo,
ese abandonarse a la capacidad del sueño,
con flojedad aspira al cenit sin esfuerzo,
pretendiendo desconocer el valor de las contracciones.

  Si me lamento,
si lloro como un traje blanco,
si me abandono al va y ven de un viento de dos metros,
es que indudablemente desconozco mi altura,
el vuelo de las aves
y esa piel desprendida que no puede ya besarse más que en pluma.

  Oh, vida.
La luciérnaga muda,
ese medir la tierra paso a paso,
está lleno de conciencia
de espiras, de anillos o de sueño
(es lo mismo),
está lleno de inmóvil para lo que está prohibido un corazón.

  Clavos o arpones,
canciones de los polos,
hielos de Islandia o focas esperadas,
debajo por la piel que no duele y enfría,
no impide el sentir,
el ver dibujo,
el ver corales lentos transcurrir como sangre,
como respuesta,
como presentimiento de formas sobre el mar.

  ¿Son almas o son cuerpos?
Son lo que no se sabe.
Esas fronteras deshechas de tocarse las dos filas de dientes,
ese contacto de dos cercanías
que tan pronto es el mar
como es su sombra erguida,
como es sencillamente la mudez de dos labios.

  Así el mundo es entero,
el mundo es lo no partido,
lo que no puede separar ni el calor
(que ya es decir),
lo que es únicamente no atender a lo urgente,
conservar bajo cáscara cataratas de estancia,
de quietud o sentido,
mientras pasa ya el tiempo como nuez,
como lo que ha desalojado el mar súbito a besos,
como los dos labios a plomo
triste a luces o nácar bajo esteras.

(Espadas como labios, 1930-1931).

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Dámaso Alonso

Cada obra literaria ( y cada obra de arte) es un espacio abierto en nuestra
imaginación, poblado allí para siempre, encendido allí para siempre, un día interior que luce en nuestra alma y que ya no se extinguirá sino con nuestra conciencia.

¡Que nada se interponga - si es posible - entre el lector y la obra!