Página de la asignatura "Introducción a la Literatura española". Universidad de Castilla-La Mancha

Profesor Antonio Barnés.
Antonio.Barnes@uclm.es

martes, 16 de noviembre de 2010

La Celestina, de Fernando de Rojas


La obra que consagró a Fernando de Rojas ante sus contemporáneos y ante la posteridad fue La Celestina, tragicomedia considerada una de las obras cumbre de la literatura española y universal.
Es una obra de transición entre la Edad Media y el Renacimiento, escrita durante el reinado de los Reyes Católicos y cuya primera edición conocida data de 1499. Constituye una de las bases sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro modernos.
Una cuestión debatida con acaloramiento es la de qué parte de La Celestina, exactamente, escribió Rojas.



Hoy por hoy, todo el mundo está de acuerdo en que es el autor de los actos II a XVI de la Comedia original, y ya pocas voces disidentes pueden dudar de su paternidad en lo referente a los actos adicionales, las interpolaciones y los últimos “argumentos”.
Pero el problema de quién es el autor del acto I sigue en pie. La tendencia general ha sido la de creer las palabras de Rojas, quien afirmaba haberse encontrado el acto; en las interpolaciones de la Tragicomedia sugiere que podría ser Rodrigo de Cota o Juan de Mena. Ambas atribuciones han sido discutidas y la posibilidad de que sea Cota el autor parece ser la más consistente de las dos. Hay que decir que Menéndez Pelayo argumentó con convicción que el acto I también fue escrito por Rojas.
La Celestina es una tragicomedia dialogada, organizada en veintiún actos, que sigue el modelo de la comedia humanística italiana.
Las principales armas estilísticas que Rojas emplea para comunicar su complejo mensaje son la comedia y la tragicomedia, vinculadas entre sí por medio de la ironía. Rojas explora, fundamentalmente, la condición humana ayudándose tanto de su sentido del humor como de su sentido trágico.
Se consideraba un teatro para ser leído, no para ser representado, en el que abunda lo sentimental y el análisis psicológico, aspectos que la asemejan a la novela. Como comedia humanística, combina rasgos del teatro (la forma dialogada) y de la novela (el tono sentimental y psicológico y los frecuentes cambios de escenarios).
La síntesis argumental relata la historia de Calisto, joven noble, apuesto y de preclaro ingenio, que queda profundamente enamorado de Melibea. Para vencer los obstáculos que le impiden llegar a su amada, y aconsejado por su criado Sempronio, decide acudir a una vieja alcahueta, Celestina, quien logrará, por medio de artimañas, el amor de la joven, aprovechando la situación en beneficio propio. Su enorme avaricia acabará provocando su muerte, a la que sucederá la de los criados de Calisto, también partícipes junto a Celestina del negocio creado en torno a la pareja de enamorados, los cuales son apresados y ajusticiados.
Al enterarse de la noticia, Elicia y Areusa, amantes de los criados, deciden vengar sus muertes acudiendo para ello a Centurio, rufián que organiza una cuadrilla para dar un sobresalto a los enamorados que habían concertado una cita nocturna. Calisto, que dormía en los brazos de Melibea, se intranquilizó y se lanzó en la oscuridad para averiguar el origen del alboroto, tropezando en su camino y muriendo finamente sin confesión. La obra culmina con el suicidio de Melibea, tras lamentarse de lo efímero y fugaz de sus amores, y el llanto de Pleberio, padre de la joven, que protagoniza unas reflexiones morales que ponen fin a la tragicomedia.
La obra contiene una fuerte carga crítica, en la que su autor traza un agrio retrato de una sociedad que se dice cristiana pero que se mueve por el egoísmo, por el propio interés. Temas como la codicia, la envidia, el odio o la venganza discurren a lo largo de las páginas de esta obra que retrata una sociedad en crisis, una sociedad cuyos valores se centran en el individualismo y que refleja un mundo aquejado de una crisis tanto de orden moral como social.
El amor es el tema determinante, el eje de la obra, el que dicta y suscita el comportamiento de todos los personajes (Los dos únicos personajes que no resultan víctimas del amor son Pleberio y Alisa, los padres de Melibea, pero su papel en la obra es más simbólico, como portadores de los valores institucionales (la paternidad, la moral), que real).
Los personajes hacen gala de su codicia, aprovechando un sentimiento tan puro y sincero como el amor para conseguir un interés personal, disfrazando sus acciones, que en realidad encierran el más puro egoísmo.
Fernando de Rojas encuentra una comedia humanística incompleta, con un amante cortés que encierra un gran potencial cómico y paródico, Calisto, y decide completarla no como tal comedia, sino como una novela sentimental paródica y dialogada que sea al mismo tiempo trágica y cómica.
El autor pone especial atención en señalar el humor de la obra y en advertir al lector para que no por ello se distraiga completamente de las serias intenciones que encierra. Rojas ve la Tragicomedia más específicamente como un ejemplo negativo, moralista y didáctico de los desastres a los que tienen que enfrentarse aquellos que sucumben ante el deseo.
El estilo que aparece en toda la obra es una síntesis perfecta de una lengua culta y erudita con una lengua tan viva como vulgar. Presenta por tanto una doble dimensión, que se corresponde, en términos generales, con los dos grupos de personajes de la obra: un lenguaje culto, elevado y muy elaborado, propio de la clase social de los señores, y un lenguaje popular propio de las clases menos favorecidas, caracterizado por la rapidez, la espontaneidad y vivacidad de los diálogos y por el uso de refranes, expresiones populares e insultos. Así pues, confluyen las dos corrientes, culta y popular, que se dan en la literatura española a finales del siglo XV.
La obra se inserta dentro de unos módulos de pensamiento que respondían con fidelidad al horizonte del siglo XV. Todos los temas de la literatura profana medieval pueden hallarse de una forma u otra en la obra. Así pues Fernando de Rojas pretendió plasmar en la obra la visión que tenía de la sociedad de su época y de las circunstancias en las que le tocó vivir en la España de los siglos XV y XVI. Una sociedad en la que prevalecen el interés por el dinero y la búsqueda del placer, el egoísmo y el enfrentamiento entre grupos sociales. Una visión, sin duda, pesimista del mundo, que posiblemente tuviera que ver tanto con la condición de converso del autor, como con la crisis de un mundo que se derrumba, el medieval, y otro que está a punto de emerger, el renacentista.
Desde mi punto de vista, es asombrosa la modernidad que muestra esta obra, la riqueza de sus personajes, el verismo del lenguaje y de las situaciones ambientales, la soltura del diálogo y su naturalidad. Resulta asombroso cómo el autor se vale de dos armas principales, la comedia y la tragedia, aparentemente tan contrarias, pero que logra combinar a la perfección, dando pinceladas humorísticas a una historia amorosa con un desenlace tan amargo.
ELENA RIVERO LIARTE
4ºODONTOLOGÍA
Universidad San Pablo CEU

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Dámaso Alonso

Cada obra literaria ( y cada obra de arte) es un espacio abierto en nuestra
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